jueves, 28 de enero de 2010

SANTA MARIA DE OYON

Algunos la llamaron Giraldón en comparación con la Giralda de Sevilla, reza un dicho popular: "Giralda Giraldilla la de Sevilla, Giralda Giraldón la de Oyón". De punta a punta, espejos; de norte a sur, en silencio, se dan la réplica y hablan; ambas veleta para el aire en movimiento, giran sobre ellas las rosas de los vientos. En la nuestra una hilandera sigue tejiendo el destino de las personas, por los siglos de los siglos.

Espía de los pasos de quien va y viene por el parque, por las calles del pueblo, por sus tiendas, bares y ayuntamientos; faro desde los caminos del entorno. En cualquier lugar que me esconda, su ojo sigue vigente, continua en su misión vigilante; desde el punto más alto otea el horizonte en busca de las respuestas a preguntas que hemos gritado desde eterno. Muchos oyoneses, cristianos, ateos y paganos, llevamos toda la vida expiando nuestras penas y pecados entre sus muros, o fuera de ellos; ella siempre ha presidido nuestros pensamientos, y los pensamientos de muchos que ya murieron hace tiempo. Pero ella sigue manteniendo el secreto de los más viejos.

Dicen que bajo las piedras renacentistas que la sujetan hubo rocas góticas, garantía de que estuvo presente allá por la edad media; quién sabe si no fuera el colofón de algún recinto pagano, que presidiera los barrizales de este pueblo, mucho antes. No hace demasiado que me he enterado de que por debajo de las calles de Oyón discurre un manantial enorme; un acuífero enorme subterráneo. El agua siempre ha tenido gran importancia en todas las culturas; es vida, la mayor parte de lo que somos. ¿Será Oyón uno de esos ojos de la tierra por donde emanan los fundamentos de la naturaleza?

No es normal que honre un monumento tal a lo que en el siglo XI no debía pasar de aldea pequeña; Santo Domingo de la Calzada, de paso obligado en honor a uno de los constructores del Camino de Santiago tiene una parecida; dicen que por entonces también oyón fue un paso importante en el itinerario que guiaba a los peregrinos en su visita al Santo; Logroño tiene otras dos, pero Logroño es capital; pocas más tienen el don que no importa quien nos quiso regalar. Erigida sobre otras construcciones antiguas, para sorpresa y asombro de quien quiera darse cuenta, siembra la semilla de la duda. ¿Por qué en Oyón montarían una torre tan descomunal, tan esbelta y barroca, tan señorial?.

Santa María de la Asunción de Oyón, un homenaje o la solidificación; el esfuerzo de la señora dadora de destino y horas; la Madre Tierra recuerda que lo urgente no siempre es lo que importa. Y sigo preguntándome por qué... Paciente.

viernes, 22 de enero de 2010

SANTOS PATRONOS

¿Quién tiene suficiente?; yo también lo quiero todo y lo quiero raudo, bien puesto; presto para satisfacer mi requerimiento; ¡ya, en este momento!. Luego sería tarde, demasiado tarde; mañana. ¿Quién lo sabe?; mañana se habrá apagado el impulso. Una carrera hacia el desastre: mañana, si me acuerdo, ya me acordaré de estas cosas; tengo demasiadas de que preocuparme como para andarme con tonterías. ¿Mañana?, quizás mañana, hoy nada de esto me incumbe. ¡Claro que sí, qué sigan celebrándose!

Que sigan celebrándose, las tradiciones que me dijeron mis padres que eran nuestro signo de identidad. Lo que me unía, según ellos, a nuestros abuelos y a la madre que me parió; y a la tierra que tanto defiendo ye en que ellos dejaron los cuernos; y que, por supuesto, siento aquí, muy adentro, en el corazón. Este pueblo en el que vivo, y estos paisajes que lo enmarcan, ese orgullo conjunto; el hilo de la tela de esta araña que me hace ser lo que estoy siendo.

Acabamos de celebrar de nuevo, otro año más, una año más viejos... Muchos años que han consumido impulsos de otros que, con su esfuerzo, han recreado ilusiones de aquellos que decidieron hace medio siglo recuperar la memoria de sus antepasados. Aprendices de ancianos, viejos ya muertos hace tiempo; señores, unos y otros, perpetuadores de tradiciones ancestrales a pesar de las circunstancias adversas de otras épocas más complejas. Pero ya lo dicen nuestros viejos, ya nada es como era, no se hace nada por nada. Recuerdos, evocados en voz alta; cuando las carteras no estaban tan repletas todo esto no pasaba. Porque abrigaban las costumbres de veras, y les dolían en las entrañas; disfrutaban manteniendo encendida la llama, sin pensar si este provecho pudiera perjudicar su porvenir beneficioso; ahora las ambiciones son otras.

Han vuelto a aplaudir, como siempre; y como siempre, en ello confío, juzgarán con benevolencia la presencia de once espontáneos que volvieron a vencer la posibilidad del ridículo, aventurándose en el gélido invierno a pasearse en mangas de camisa, abriendo el paso a los Santos. Unos por no decir que no, otros porque la danza es su bandera, alguno para agradecer a la vida que le haya dado una segunda oportunidad; hay quien lo empezó como reto, y quien habiendo estado ausente tiene un hueco presente. Por suerte, gracias al clima, en esta ocasión la dureza ha sido poca, hoy ha hecho bueno y todos lo agradecemos.

Doy por sentado que cada 22 de enero se seguirá celebrando, ya lleva varios pendiendo del hilo de la casualidad. Uno, dos, tres, ... y ocho; nos faltan tres; un, dos, tres,... diez; cuenta otra vez, ¿llamaremos a quién?. Un hilo que siento débil y se puede romper; hoy hemos vuelto a librar, ¡qué bien!. Pongamos a cada cual en su sitio. Amigos bregados en mil batallas que reciben a novatos osados; apenas en media hora se construye un nuevo experto, otro danzante preparado en cuatro ensayos para dar la talla. Pocos, los justos, casi siempre a última hora; sobre el filo de la navaja se decide que esta tradición no se muera. Ni instituciones, ni dirigentes; ni organizaciones, ni parlamentos; nosotros. Las tradiciones han de mantenerlas las personas que creen en ellas. Hemos coincidido todos en la apreciación, nos sentimos un grupo, y nos gustaría que fuera más extenso.

Mantengo lo que quiero, lo que deseo, lo que me interesa; mi postura es egoísta, quiero que esto aguante para seguir disfrutando de buenos ratos; pero para todo esto necesitamos estar bastantes; en Oyón todos podemos ser danzantes. Porque quizás, cuando "Pika" se canse de organizar la partida, todos nos rasguemos las vestiduras; y alguien tenga que afrontar el órdago de la realidad fingida. No quieran lo Santos Patronos, San Vicente y San Anastasio, que cualquiera de estos días no haya nadie que les siga marcando el paso por allí donde antes, hace ya mucho tiempo, se ubicaba el bar de "la Fabrila".

Que por cierto, ¿qué que coño era aquello?, que se lo pregunten los más críos a sus mayores; y algunos adultos a sus viejos. ¿Qué también lo hemos olvidado?. Recordemos, por lo tanto; empeñémonos entre todos para evocar tiempos pasados todos juntos. En esa esquina que cito no siempre a estado el Banco Popular, desde luego. Investiguen, sientan, jueguen, participen.

miércoles, 20 de enero de 2010

GRACIAS JAVI

Ya hace tiempo que había tenido noticias de la existencia de un pueblo, más allá del Océano Atlántico, que compartía nombre con el mío; con el nuestro, por lo tanto. Aunque de vez en cuando recordara tal circunstancia jamás se había despertado mi curiosidad por conocerlo. Era una anécdota más sin importancia.

Ya fuera añoranza de algún paisano conquistador que hasta aquel punto habría llegado; ya fuera señal con que un oriundo devoto quisiera demostrar el amor por su tierra; no me llegó a interesar la hazaña. Seguramente fuera fruto del azar tal hecho.

Por otra parte, hacía casi tanto que había perdido la pista de una vieja amiga conocida en un chat de Latino América, peruana para más señas. El otro día regresó como había partido, sin avisar, a mi ventana de Internet. Tras los saludos pertinentes, y confirmar la salud estupenda de ambos, ella me comunicó que ya era madre de familia; y que se había mudado, porque de allí era su esposo, a un pueblo llamado Oyón. Ella tampoco era capaz de salir de su asombro por la coincidencia.

Sirva este chascarrillo para reiniciar lo que ya había dado por zanjado. De no ser por la tenacidad de otro, que si que supo sobreponerse a la adversidad, se habría muerto la criatura de inanición, apenas recién nacido. Siete u ocho años después retomo la oportunidad de poner en comunicación a los vecinos de Oyón. Quizás sean necesarios intervalos de ausencia para ver las cosas claras.

Sea como sea, y por el motivo que sea;, te doy las gracias JAVI por haber mantenido con vida a este niño tan hermoso.

Un saludo para el resto.